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Un hijo y su padre estaban caminando por las montañas. De repente, el hijo se cayó, se lastimó y gritó: "¡AAAhhh!”
Para su sorpresa, oyó una voz repitiendo, en algún lugar en la montaña: "¡AAAhhh!” Con curiosidad, el niño grito: "¿Quién eres tu?" Recibió de respuesta: "¿Quién eres tu?"
Enojado con la contestación, gritó: "¡Cobarde!" Recibió de respuesta: "¡Cobarde!" Miró a su padre y le preguntó: "¿Qué sucede?" El padre sonrió y dijo: "Hijo mío, presta atención".
Y entonces el padre grito a la montaña: "¡Te admiro!" La voz respondió: "¡Te admiro!" De nuevo el hombre grito: "¡Eres un campeón!" La voz respondió: "¡Eres un campeón!"
El niño estaba asombrado, pero no entendía.
Luego el padre explicó:
La gente lo llama ECO, pero en realidad es la VIDA. Te devuelve todo lo que dices o haces...
Nuestra vida es simplemente reflejo de nuestras acciones. Si deseas más amor en el mundo, crea más amor a tu alrededor. Si deseas más competitividad en tu grupo, ejercita tu competencia. Esta relación se aplica a todos los aspectos de la vida. La vida te dará de regreso exactamente aquello que tu le has dado.
Tu vida no es una coincidencia. Es un reflejo de ti.
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El Eco de la Vida
Leyendo una de las interesantes reflexiones de Hermann [1] sobre las
lecturas evangélicas de los Domingos en el Grupo Yahoo de Encuentro
con la Palabra [2] me encuentro con un cuento intersante que viene muy
bien para un reflexión sobre nuestro...
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