Los resultados así a ojo (los definitivos tardan más de 20 días)dicen que:

• El presidente (y vice) sigue en sus puestos (>60%)
• Los prefectos, a día de hoy, siguen siendo prefectos

Al final, como siempre en política ganan todos, excepto los prefectos de Oruro, La Paz y Cochabamba. La cuestión es ¿hacía falta gastarse 40 millones de USD para esto? Pues no. Este dato lo he escuchado en la radio (tiene sentido porque serían como 10 USD por elector), pero no he podido encontrar el dato oficial (¿porqué será?).

En realidad era un referéndum ilegal alegal, es decir, en ninguna parte de la constitución decía que se podía realizar este instrumento de consulta. Al igual que los referéndums autonómicos (bueno, estos aún peor), los políticos en Bolivia, para dirimir sus peleas de machos, han utilizado recursos del estado (de todos los bolivianos) para realizar consultas que no había porqué hacer. Porque claro, al ser alegal, a ver quien quita ahora a los prefectos, porque ellos no se van a ir. Lógico, para eso son las elecciones legales. Quizá hacen falta todas las manos no las del, aparentemente, más fuerte.

Bolivia tiene en la actualidad (guste o no) un presidente elegido democráticamente y con el mayor apoyo de la historia del país. El problema quizá, es que Bolivia no termina de creer que tiene un presidente que lleva más de dos años gobernando. Échale un vistazo a la lista de presidentes bolivianos a ver cuantos llegaron a 4 años de mandato (12 de 54), y ¿desde 1980? Pues 3.

Pero Evo se ha equivocado también, entre paranoias conspiradoras y su discurso anticuado, se ha metido de lleno en una batalla ideológica olvidando su principal responsabilidad: gobernar. Bolivia sigue siendo el país más pobre de sudamérica y no estaría mal mejorar sus indicadores, por ejemplo, en cuanto a objetivos del milenio (en inglés). Desde hace año y medio que estoy aquí trabajando en realidad veo que no cambia nada y la capacidad de gestión del estado es muy deficiente, por no decir nula. Es cierto que Evo es un fenómeno importante y tiene quizá un valor simbólico, pero como no se ponga a gobernar, será un presidente anecdótico.

En definitiva, en realidad, cuando me han preguntado ¿qué pasa en Bolivia? Pues siempre digo lo mismo, no pasa nada. Eso es lo peor.